Esta mañana, antes de que las tiendas de la Gran Vía
madrileña abrieran, ahí estaba yo, curioseando. Hoy, día 6 de noviembre, salía
a la venta la esperada colección del gigante sueco en colaboración con el
diseñador. Te cuento lo que me he encontrado en Madrid de buena mañana.
De verdad, te digo que no puedo creérmelo. Había gente
haciendo cola, vamos, que habían puesto una cinta y todo para marcar cómo tenía
que ir ésta. Para que no hubiese follón. Yo, que como te digo, solo me había
acercado a curiosear, me he quedado ojiplática. Resulta que no es que la gente
llevase un rato esperando, qué ilusa yo. Había gente que, por esta colección,
había pasado la noche a la intemperie, pernoctando en la acera de la Gran Vía,
porque resulta que a los 12 primeros les obsequiaban con una mochila. ¿Pues
sabes qué? No iba a ser yo, pero vamos, que si la hubiera conseguido, a eBay
que iba. Me sacaba unos euros, que tal y cómo está el panorama no vienen nada
mal.
Mira que yo me quedé a ver el desfile en primicia a las 2.30
am hora local –por eso de que se retransmitía en directo desde Nueva York y ahí
lo veían a una hora, digamos, decente–. Cuando lo vi, las prendas no iban con
precio, pero yo ya me lo olía. Y además, visto lo visto pensé para mí: “mira
qué bien, esta colaboración me va a salir barata”. Y tan barata, oye, que no
pienso dejarme un euro.
Porque para gustos, los colores, lo comprendo, y como hay
semejante libertad de gustos y opiniones, te cuento la mía: no hago cola de
horas ni aguanto locas histéricas por una sudadera de neopreno negra con ‘WANG’
en la parte delantera, y menos a esos precios. Porque no lo vale, no estoy para
derrochar y, honestamente, si te gusta la colección por favor compártelo
conmigo, porque yo no lo veo nada claro. Pero no lo veo a un nivel tal que la
conclusión a la que he llegado es la siguiente: la gente compra por postureo
puro.
Tal cual. Moderneces varias, oye. No sé si el argumento que
puede más es la exclusividad, ser el primero, ser el más moderno… Pero vamos,
que si quisiera tanta exclusividad de diseñador, me compraba unos Manolos o
unos Louboutin. Pero no esta colección, por el amor de Dior. Además, que el
rollito Wang de he creado una colección
preparada para el campo de batalla, muy sporty chic pero nunca he hecho deporte
en mi vida tampoco me gusta, es que es postureo elevado al infinito.
Total, que tal cual llegué a Gran Vía me fui a tomar un café
tranquilamente, y cuando el ambiente se tranquilizó un poco, me acerqué a ver
qué se cocía –a eso de las 11 de la mañana–. Como la histeria colectiva aún se
percibía en el ambiente, no aguanté la espera –para no comprar, solo faltaba–
y, con mi cara de ojiplática, me dirigí a la salida y puse rumbo a otro lugar.
Conclusión: si quiero gastarme la pasta en Wang, me voy a ver a Vera, que esa
mujer sí que sabe hacer.
Imagen superior © Trendencias. Imagen inferior © Vera Wang