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Reflexiones à la Bradshaw: Locura en H&M con la colección Alexander Wang


Esta mañana, antes de que las tiendas de la Gran Vía madrileña abrieran, ahí estaba yo, curioseando. Hoy, día 6 de noviembre, salía a la venta la esperada colección del gigante sueco en colaboración con el diseñador. Te cuento lo que me he encontrado en Madrid de buena mañana.

De verdad, te digo que no puedo creérmelo. Había gente haciendo cola, vamos, que habían puesto una cinta y todo para marcar cómo tenía que ir ésta. Para que no hubiese follón. Yo, que como te digo, solo me había acercado a curiosear, me he quedado ojiplática. Resulta que no es que la gente llevase un rato esperando, qué ilusa yo. Había gente que, por esta colección, había pasado la noche a la intemperie, pernoctando en la acera de la Gran Vía, porque resulta que a los 12 primeros les obsequiaban con una mochila. ¿Pues sabes qué? No iba a ser yo, pero vamos, que si la hubiera conseguido, a eBay que iba. Me sacaba unos euros, que tal y cómo está el panorama no vienen nada mal.

Mira que yo me quedé a ver el desfile en primicia a las 2.30 am hora local –por eso de que se retransmitía en directo desde Nueva York y ahí lo veían a una hora, digamos, decente–. Cuando lo vi, las prendas no iban con precio, pero yo ya me lo olía. Y además, visto lo visto pensé para mí: “mira qué bien, esta colaboración me va a salir barata”. Y tan barata, oye, que no pienso dejarme un euro.

Porque para gustos, los colores, lo comprendo, y como hay semejante libertad de gustos y opiniones, te cuento la mía: no hago cola de horas ni aguanto locas histéricas por una sudadera de neopreno negra con ‘WANG’ en la parte delantera, y menos a esos precios. Porque no lo vale, no estoy para derrochar y, honestamente, si te gusta la colección por favor compártelo conmigo, porque yo no lo veo nada claro. Pero no lo veo a un nivel tal que la conclusión a la que he llegado es la siguiente: la gente compra por postureo puro.

Tal cual. Moderneces varias, oye. No sé si el argumento que puede más es la exclusividad, ser el primero, ser el más moderno… Pero vamos, que si quisiera tanta exclusividad de diseñador, me compraba unos Manolos o unos Louboutin. Pero no esta colección, por el amor de Dior. Además, que el rollito Wang de he creado una colección preparada para el campo de batalla, muy sporty chic pero nunca he hecho deporte en mi vida tampoco me gusta, es que es postureo elevado al infinito.

Total, que tal cual llegué a Gran Vía me fui a tomar un café tranquilamente, y cuando el ambiente se tranquilizó un poco, me acerqué a ver qué se cocía –a eso de las 11 de la mañana–. Como la histeria colectiva aún se percibía en el ambiente, no aguanté la espera –para no comprar, solo faltaba– y, con mi cara de ojiplática, me dirigí a la salida y puse rumbo a otro lugar. Conclusión: si quiero gastarme la pasta en Wang, me voy a ver a Vera, que esa mujer sí que sabe hacer.

Imagen superior © Trendencias. Imagen inferior © Vera Wang 

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